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21 julio 2015

«Un señor me dijo que me agarrara, que el tren iba a volcar, y así fue»

«Un minuto antes estaba viendo a los pasajeros bien, y luego los vi como los vi», asegura Victoria González, que resultó herida durante el suceso

21 de julio de 2015. Actualizado a las 05:00 h.

FOTO: MIGUEL VILLAR

Victoria González Míllara, estudiante de Derecho. Decidió ir al Apóstol con una amiga. Iba a ir a Santiago a celebrar las fiestas del Apóstol. De hecho lo decidí aquel mismo día con una amiga. Estaba en el tren y el señor que tenía enfrente hubo un momento en el que me dijo que me agarrara fuerte, que el tren iba a volcar, y así fue, el tren volcó. Nada más se produjo el accidente, había una chica que tenía su teléfono y me lo dejó para avisar a mi madre; cuando se lo conté, se puso histérica y empezó a llamar a muchos teléfonos, incluida a la policía que aún no sabía nada y después, a la media hora del accidente ya nos sacaron de allí, el problema es que teníamos asientos y todo tipo de cosas encima. No pude salir por mi propio pie porque un asiento se me había clavado en la rodilla izquierda y la tenía un poco tocada, aparte tenía el brazo abierto, entonces era un poco difícil que saliese sola. Durante el accidente me desgarré el brazo y me lo tuvieron que operar varias veces porque quedó bastante mal.

El ambiente era bastante normal, y no sé por qué, pero esa vez me fijé bastante en la gente que tenía cerca. Tenía delante a un matrimonio, al lado tenía a una madre con su hija. Toda a esa gente a la que vi en el tren tan normal, después la vi tirada, y fue bastante raro y chocante. Un minuto antes los estaba viendo bien y después los vi como los vi. Cuando sucedió el accidente, tenía un asiento encima y tenía a un señor hombro con hombro y sangre salpicada por todos lados y sobre todo, recuerdo no escuchar a nadie. Eso fue lo peor.

Estoy estudiando Derecho, había acabado primero cuando sucedió el accidente. Lo peor fue el primer cuatrimestre de segundo, porque aún tenía el brazo mal y tenía que ir al médico constantemente. Al final pude recuperar ese cuatrimestre y no tuve problema. Lo peor de todo fue tener que volver al tren, porque yo lo tengo que coger para ir desde Ourense a A Coruña. Me di cuenta de que había cogido manías como por ejemplo mirar dónde estaban colocadas las maletas y dónde estaba la salida. A día de hoy voy en el tren sin problema, lo único que si se mueve un poco más de lo normal lo noto y me preocupo. Tengo que llevar unas pastillas en la cartera, si me pasa eso me las tomo y se me pasa. Al principio fui recibiendo dinero por tener el billete del tren, después me dieron también para hacer frente a la operación. Esa cantidad no compensa lo que sufrí, ese día lo voy a recordar siempre.

 

«Estaba tan malherido que no podía ayudar»

Ángel Torres Rey, 51 años. Venía de Madrir por trabajo. Ese trayecto lo solía hacer todas las semanas, o al menos, tres veces al mes. Normalmente me iba a Madrid el lunes por la tarde y volvía el jueves, pero por casualidades de la vida, esa vez decidí volverme el miércoles. Después de hacer tantas veces ese trayecto, notas algo diferente, e incluso, puedes imaginar lo que va a pasar, porque en mi opinión, íbamos muy rápido. Cuando salimos del túnel íbamos demasiado lanzados. El tren hacía cosas extrañas, se paró en varias ocasiones cuando no tenía por qué pararse, yo creo que esas cosas las notamos prácticamente todos. Estuve consciente durante todo el accidente, cuando volcamos, vi cómo la gente volaba por el vagón. Lo más impactante para mí y lo que más recuerdo fue la sensación de no poder ayudar, porque estaba tan malamente herido que no podía. Aún con todo lo que tenía roto, salí yo solo del tren, y después me ayudó un señor, primero ayudé yo a salir a una señora y a una niña y luego, empecé a marearme y me ayudó el vigilante. Era autónomo, tengo una sociedad en Madrid y soy consultor. A la vez, tengo una administración de lotería. A raíz del accidente, ya no pude trabajar en la administración. En la otra empresa que tengo, teníamos planeados un montón de proyectos, pero tuvimos que dejarlos, porque no estaba con la lucidez mental suficiente. Estuve en una silla de ruedas, y después estuve también con muletas.

«Me quedé calmando a un hombre, luego creo que falleció»

 

Javier Álvarez Méndez, secretario de Acción Sindical SUP Santiago. Fue uno de los primeros policías en llegar a Angoris. Trabajaba de noche. El relevo normalmente se hace a las nueve menos cuarto, pero ese día fui antes, porque con los fuegos era difícil aparcar. Me fui para la comisaría a las ocho. La policía científica nos había pedido apoyo para una detención en la Alameda y estábamos llevando al detenido al calabozo cuando entró por la emisora la noticia de que había descarrilado un tren. Fue una patrulla y nosotros de apoyo. Apenas habrían pasado unos minutos desde el accidente cuando llegamos. Dejamos el coche en el bar, para dejar despejada la entrada para los bomberos. Salimos corriendo. Los compañeros estaban en el vagón que había volcado, y que estaba en la explanada. Bajé a las vías. Me centré en un vagón que estaba al lado del que estaba ardiendo. A principio, me quedé en shock. Hay tanta gente que te pide ayuda que no sabes por donde empezar. Cogí aire. Hasta que nos trajeron una escalera para poder entrar al vagón, me quedé tratando de calmar a un hombre que estaba tirado en la vía. Luego me dijeron, creo, que había fallecido [se emociona]. La gente gritaba, les dices que eres policía, no médico, lo único que puedes hacerles es calmarles. Algo así te cambia la vida. Cada uno lo lleva a su manera, tes pones en el lugar de los otros, y te cuesta. Solo he vuelto dos veces en Angrois. En un homenaje y en las fiestas. Me dio tanta alegría ver que el pueblo se había recuperado.

 

Información elaborada por L. López, Antía Urgorri, Natalia Pablo y Marta Rabuñal.

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