CondéNast Traveler

26 octubre 2014

El chacachá del tren: qué nos puede molestar viajando sobre raíles

A quienes nos gusta el tren, todavía idealizamos los viajes de largo recorrido como algo extremadamente plácido, mirando por la ventana con tanta intensidad que agota y gozando de cada segundo que pasamos, incluso cuando estamos de pie en el vagón cafetería, intentando tomar un café sin derramarlo. Pero nada más lejos de la realidad. Hay cosas que ocurren a bordo que hacen que un viaje en tren sea como estar atrapados en el infierno durante horas. Y eso, en el infierno, es mucho tiempo.

1. Móviles que suenan, todo el rato, con politonos más molestos que una canción del verano en bucle.

2. El volumen de voz de la gente, que se amplifica automática y exageradamente al llegar al vagón.

3. Inevitablemente, nos enteremos de conversaciones que para nada nos interesan. (No señora, me da igual que se haya dejado el abrigo nuevo encima de la cómoda que tiene al lado de la cama y que su marido no haya querido acercárselo a la estación esta mañana).

4. Los que se pasan todo el viaje resoplando porque les molesta el politono de los móviles y la gente que habla alto, pero no lo dicen, solo resoplan. Eso también molesta.

5. El silencio, que no existe, ni siquiera en el vagón del silencio (creado para meter a la gente que resopla).

Viajar en tren

Hay personas con muchas ganas de conversación.

6. El audio de tu asiento casi nunca funciona.

7. Y si funciona, solo puedes sintonizar el canal del hilo musical. Al llegar a tu destino te sabrás de memoria todos los hits del verano o serás un experto en música clásica. No hay más opciones.

8. Los auriculares para escuchar la película no pueden ser más incómodos. Lo mejor, que después de hora y media te has acostumbrado a la sensación de dolor en tus oídos. Lo peor, cuando tienes que quitártelos; preferirías arrancarte la oreja por completo, incluido el auricular.

9. Que encima la película sea un coñazo.

10. O peor aún: de animación, pero de las de antes; si fueran de Píxar o Dreamworks no habría queja.

11. Sí, es la misma película que tendrás que tragarte en el viaje de vuelta.

Viajar en tren

El silencio en el tren no existe.

12. Los reposacabezas de los asientos nunca están a la altura de la cabeza. Después de dos horas, la tortícolis está asegurada.

13. Que tengamos que compartir el reposabrazos.

14. Y eso con suerte, porque la mayoría de las veces el de al lado se apoya antes que tú y lo adquiere por derecho hasta el final del viaje. Y ya está.

15. La bandeja de tu asiento siempre está rota o se suelta cada vez que el de delante se mueve. El sustaco que te da no es apto para los débiles de corazón.

16. El espacio entre asientos es tan estrecho que por no perder la postura no te levantas ni para ir al baño.

17. Casi mejor, porque después de varias horas, la higiene del WC empieza a brillar por su ausencia.

La falta de espacio...

La falta de espacio...

D.R.

18. Hay asientos que están tan usados que hacen más ruiditos que una cama vieja. Incluso sin moverte.

19. Que haya personas con ganas de conversación ya desde la cola para hacer el chek-in en la estación.

20. Sí, casualmente una de ellas será quien se siente a tu lado en el tren y se tirará todo el viajecito hablando sin descanso.

21. Estar al lado de unos padres que pasan de su niño, que no ha parado de llorar y/o gritar desde que se subió. Pobre, él no tiene la culpa. Pero tú tampoco.

22. Que los niños griten sin consuelo ¡lo quiero! ¡lo quiero! ¡lo quiero! cada vez que pasa el carrito de comida y que los padres ni parpadeen -si supieran lo que tú quieres…-.

23. Que no haya cobertura.

24. Que se te acabe la batería por intentar buscar cobertura.

25. Entonces, buscas como un loco el enchufe de tu asiento para cargar el móvil y te das cuenta de que no hay…

Viajar en tren

En verano, mejor abrigarse.

26. Tener que encerrarte en el baño para cargar el móvil y disimular tirando varias veces de la cadena.

27. Ya que estás, aprovechas para hacer ‘tus cosas’ pero no puedes,porque la altura del water no está pensada para gente como tú, bajita, y hacer equilibrios cuando tienes la ropa interior por los tobillos nunca ha sido lo tuyo.

28. Los pasajeros que se quitan los zapatos. No hace falta insistir en este punto.

29. Los que aprovechan para cortarse las uñas. ¿Por qué hacerlo en casa, en privado, con todo el tiempo libre que van a tener en el tren?

30. Los que van ultra perfumados; quizá no sepan que los olores intensos nunca se llevaron bien con los sitios cerrados.

31. Y menos en invierno, con la calefacción regulada en gradosFarenheit en el interior del vagón.

Viajar en tren

Hay pasajeros que van superperfumados.

32. El aire acondicionado en verano: tan fuerte que, si no te abrigas como para un día de nieve, bajarás del tren con un resfriado de los buenos. Aunque sea agosto.

33. El carrito de la comida / bebida / prensa / cada vez que pasa por el pasillo. Si te duermes, procura no invadir este espacio o correrás el riesgo de despertarte sin un brazo, un pie o la cabeza (lo bueno, que te libras de la tortícolis que te provocó el reposacabezas).

34. Lo cara que es la comida a bordo.

35. Si fuera más barata, se evitarían muchos tuppers, como el de filetes empanados y pimientos fritos que saca el del asiento de al lado -¿por qué hay gente que piensa que un viaje en tren es como un día de piscina?-.

36. Lo cara que es la bebida.

37. Aún así, siempre se acaba la cerveza en el vagón cafetería.

38. Y cuando vuelves a tu asiento no te aclaras con el sistema de apertura y cierre de puertas entre vagones. ¿Quién los ha inventado? ¿Quieren poner a prueba nuestra paciencia? Ah, pero ¿no es suficiente con todo lo anterior?

Viaje a Darjeeling

Viaje a Darjeeling

D.R.

39. La gente que se prepara con antelación y sale al pasillo con su maleta 30 minutos antes de llegar a la estación, como si temieran que les fueran a dejar allí encerrados.

40. El resto del vagón le sigue por inercia, lo que genera una cola interminable de personas, maletas y bultos sin dueño ni control.

41. Eso no pasaría si se acordaran de que las puertas tardan una eternidad en abrirse al llegar a la estación; no, no estamos en el aeropuerto ni estamos esperando al finger. Pero eso ya da igual.

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