Tras años de polémica, maquetas fallidas, plazos incumplidos y disputas estériles, la vieja terminal neomudéjar dio por fin el necesario relevo a un edificio moderno e impersonal, modesto si lo comparamos con faraónicas propuestas del pasado, que este miércoles tuvo un estreno raro, muy raro.
Una de las primeras en bajar del tren./ H.Corpa
Raro, porque en una ciudad donde hemos asistido incluso a la inauguración de semáforos,
el que la puesta de largo de toda una nueva estación de tren haya pasado desapercibida desde el punto de vista institucional, sin un corte de cinta ni un triste discurso
indica que detrás de esta inauguración extraoficial hay una cierta sensación de fracaso o, al menos, de que todo se podría haber hecho un poco mejor.
Los menos diplomáticos podrían decir cargados de razón que la sensación es de estafa: tantos años oyendo cómo se vinculaba la nueva terminal a la alta velocidad para que al final sus relucientes raíles vean llegar los mismos trenes por la misma línea férrea que nos sigue separando hora y media de Sevilla.
Sin embargo, como pudimos comprobar esta mañana, la llegada del tren a Las Metas fue recibida con aplausos y vivas a Huelva. Como lo oyen. Porque es cierto que el estreno de hoy mejora lo que teníamos, obviamente, pero es que lo que teníamos... era tan poco. Y
no esperen que con esta pseudoinauguración se ponga fin al enfrentamiento entre administraciones. Hoy mismo el PP ha propuesto una nueva herramienta para conseguir las infraestructuras que a Huelva le faltan. ¿Se lo imaginan...? ¡Premio!
Nada más y nada menos que un foro –también podría ser una mesa, que es la otra variante– donde se aborden todos los proyectos pendientes“de todas las administraciones”, algo que podría parecer una mano tendida al PSOE para superar las rencillas en favor de un bien común pero que no termina de cuadrar con las acusaciones de “manipulación política” y de la llamada a superar “los chiringuitos” socialistas.