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10 abril 2018

De vía muerta a Vía Verde, la historia del Santander-Mediterráneo

El proyecto encara su fase final con la esperanza de convertirse en recurso turístico de primer nivel / Las obras arrancaron en 2010 entre Quintanilla Vivar y Salas de Bureba

 

GERARDO GONZÁLEZ / Briviesca
09/04/2018

 
 
  • Los cicloturistas ya conocen la vía y la utilizan de forma habitual. - G.G. Los cicloturistas ya conocen la vía y la utilizan de forma habitual. - G.G.
 

Los trabajos sobre el terreno correspondientes a la construcción del Camino Natural Santander-Mediterráneo, asumidos por el Estado en el tramo comprendido entre Quintanilla Vivar y Salas de Bureba, encaran su fase final con el objetivo de consolidar una ruta de 43 kilómetros, cerrada por completo al tráfico de vehículos a motor, para el disfrute de senderistas y cicloturistas.

Esta ambiciosa actuación conjunta de los grupos Adeco Bureba y Ceder Merindades para transformar la antigua vía ferroviaria Santander-Mediterráneo en una Vía Verde comenzó a gestarse en 2005 tras el estudio favorable redactado por la Fundación de Ferrocarriles Españoles. De esta forma, surgió un proyecto de cooperación entre ambos grupos que supuso una inversión de 126.440 euros para tal fin.

Al final, el grupo de acción local Adeco Bureba encaró el proyecto en solitario y los retrasos en la rehabilitación de la antigua vía férrea para su utilización como recurso turístico supuso un importante perjuicio económico para la agrupación, que asumió el pago del arrendamiento de los terrenos al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif).

Los primeros trabajos sobre el terreno comenzaron en el año 2010 con la retirada oficial de las traviesas y de las vías ubicadas en el tramo comprendido entre Quintanilla Vivar y Salas de Bureba, completamente en desuso desde 1985. Finalmente, la Dirección General de Desarrollo Sostenible del Medio Rural anunció el arranque de las obras de acondicionamiento como Camino Natural-Vía Verde en su trazado burebano en 2011.

Una vez superados los escollos administrativos y económicos, toca esperar a la reapertura oficial de este trazado que promete convertirse en un aliciente turístico de primer nivel para los amantes de las rutas naturales, ya sea a pie o en bicicleta.

A largo plazo, lo que se pretende es completar el proyecto original. Es decir, conectar el túnel de la Engaña y Burgos capital. De esta forma, se habilitaría una inédita columna vertebral turística con innumerables ramificaciones hacia el patrimonio natural y arquitectónico de las localidades por las que discurre.

Ríos, castillos, monasterios, pueblos pequeños y grandes municipios muestran a lo largo de su trazado imágenes de gran valor paisajístico y retazos de una historia que, inexplicablemente, es muy poco conocida debido, sobre todo, a su aislamiento de las principales carreteras de la provincia. Este fenómeno tiene su explicación. Y es que los ingenieros que diseñaron el Santander-Mediterráneo no pretendían unir dos puntos por el camino más corto y rápido. Su intención era favorecer la conexión del mayor número de lugares posible desde el comienzo de la línea hasta su punto de llegada. Sea como fuere, no cabe duda de que este proyecto constituyó una auténtica obra maestra de la ingeniería ferroviaria con túneles excavados en la roca a golpe de dinamita y pico que se completó con la construcción de puentes que causan verdadero vértigo al cruzarlos.

A pesar del paso del tiempo y de los avances en materia urbanística desde que se concibió esta intervención, resulta admirable la solidez alcanzada en una época en la que las herramientas eran sencillas y la fuerza humana suponía el motor principal para abrirse paso siguiendo un plano de papel.

 

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