TRENEANDO

Nueve años en la red con Treneando

 
 
 
 
 
 
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Nueva efeméride. Voy con lo evidente, siguiendo ya el juego que llevo cada vez que sumple un aniversario y que suele gustar. Basta con que retrocedan un año en este blog y busquen el mismo día de hoy, pero del año 2016. Ahí se hablaba del ocho. Así que puestos a buscar excusas para celebrar por todo lo alto este aniversario, he decidido seguir el rumbo anterior y seguir con las analogías y simbolismos del número 9.

El nueve (9) es el número natural que sigue al ocho y precede al diez. Lo dice sí de claro la wiki: 9 es el cuadrado de 3. El número nueve es el signo de los ideales, el interés Universal y el espíritu de combate con fines humanitarios. Simboliza la Luz interior, priorizando ideales y sueňos, vivenciados mediante las emociones y la intuición. Representa la ascensión a un grado superior de consciencia y la capacidad de desplegar amor a los otros. Es creativo, idealista, original y bondadoso. ¡Casi nada la del tuerto! (Mi amigo y colega Luis Alfonso Gámez estará que trina).

Planeta Nueve, Noveno Planeta o Phattie es el nombre provisional dado a un hipotético planeta helado de gran tamaño que podría existir en el sistema solar exterior, principalmente a partir del estudio publicado el 20 de enero de 2016 en el Astronomical Journal por los astrónomos del Instituto Tecnológico de California (Caltech) Michael E. Brown y Konstantin Batygin. Se estima que el planeta tiene diez veces la masa y de dos a cuatro veces el diámetro de la Tierra.

Este suele ser un día dedicado a darme un homenaje. Después de 365 días regreso a la casilla de salida, aunque con un año más. Celebro el tiempo transcurrido, aunque con el pensamiento puesto en el futuro. Con el objetivo de llegar al décimo. Es una forma, de rendir cuentas de los días (semanas, meses, años) transcurridos desde que este blog nació hace ya nueve años. Vamos, lo que el común de los mortales denomina ombliguismo. Y más en esta ocasión, que cierro el ciclo (y lo empiezo) con ese premio tan emocionante que he recibido hace unas semanas. Y por sobrepasar los 5.000.000 de impactos.

Dicen que el tiempo pasa sin que se note. Falso. El tiempo deja su huella. De una u otra forma, nos marca para siempre. Bien porque aprendemos de las malas experiencias, bien porque copìemos aquello que nos ha resultado exitoso. Pero no siempre es igual. Tenemos tendencia a recordar solo lo bueno. “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”, decía el maestro Gabo. “Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos”, pensaba Cicerón.

El tiempo da y quita razones. Y así, mientras pasamos la existencia, vemos cómo debemos desdecirnos de lo que hemos jurado, y rectificar, si es que somos maduros, cuando nos equivocamos. Y por mucha razón que llevemos, no conviene presumir de los aciertos. “La verdad que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial”, decía Virginia Wolf. No estoy de acuerdo. Uno escribe para que le lean. Más bien comulgo con la idea de Paul Auster: “No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago”.

Cada vez que me cito con vosotros en esta particular confesión os digo lo mismo. Mi contrato es inequívoco. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que trato de buscar la diferencia con los demás: destacar un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís. Por mí, ahí sigo…un año más. ¡A por el décimo!

Y aquí os va la felicitación de este año

 

 

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