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Los tranvías no son para La Coruña

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Después de 35 años sin tranvías, el alcalde de La Coruña Francisco Vázquez (1983-2006) resucitó este medio de transporte con el propósito unirlo al desarrollo del paseo marítimo coruñés. En diciembre de 1997 se ponen en marcha cuatro vehículos, en la alternativa más original para recorrer algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad. El trayecto comienza en la Torre de Hércules y finaliza en la glorieta de las esclavas, siguiendo el paseo marítimo con las mejores vistas del Atlántico. Tras 14 años en funcionamiento (2011), el Consistorio decide suspender su funcionamiento. Y seis años después nadie parece echarlo en falta.

Solo los conductores que trasitan habitualmente por las callles coruñesas se acuerdan del tranvía. Para mal. Las catenarias y los raíles se mantienen a lo largo del paseo marítimo. Y son muchos los automóviles que, a riesgo de salirse de la calzada, zigzaguean para no dejarse las ruedas en los baches que se han ido formando junto a las vías. Las motocicletas lo tienen aún peor, ya que suelen resbalar en los raíles cuando las calles están mojadas. El Consistorio no quiere saber nada de este transporte, pero tampoco se ha decidido a eliminar la infraestructura tranviaria. Y eso que el Ayuntamiento desembolsa cada año 20.000 euros para su mantenimiento y la custodia de los vehículos históricos que esperan su vuelta a las calles. De momento permanecen a la espera en las cocheras de la Torre, presos del óxido y la maleza.

Con la llegada de Marea Atlántica al Gobierno local (2016) ya se anunció que el servicio del tranvía no se reanudaría debido a su elevado coste. El mal estado de la catenaria obligó además a retirar parte de la infraestructura entre Puerta Real y la Torre, para evitar su caída a la calzada. En otros lugares, como As Lagoas, los vecinos se quejan de los problemas que causan las vías en la circulación viaria. Lo idel sería su retirada, pero eso supondría también una cuantiosa inversión por la que no parace apuntar el Consistorio. Así que el tranvía sigue en un limbo que de momento no quiere abordar el Ayuntamiento.

En este proyecto, el municipio invirtió doce millones de euros; y cada año acumula un déficit de 20.000 euros (algo más de 200.000 acumulados desde su parada obligatoria). A ello habría que sumar los 362.000 euros que la ciudad desembolsó durante el anterior mandato (PP) para que una empresa hiciese un sondeo del estado de la línea y realizara algunas reparaciones en la infraestructura viaria.

El Ayuntamiento coruñés, gobernado por el PSOE, estrenó en mayo de 1997 el servicio de tranvía eléctrico, que pretendía ser la antesala del denominado metro ligero, un ansiado proyecto de transporte público de viajeros que, mediante modernos trenes rápidos en superficie, permita volver a conectar A Coruña y su comarca, un área con más de 400.000 habitantes. Valencia había iniciado en 1994 con un éxito la experiencia de resucitar el tranvía. En la memoria colectiva, permanecía viva la imagen de estos vehículos circulando por las calles de Lisboa y Oporto e incluso Palma de Mallorca. De ahí que La Coruña llegara a plantearse la reposición del transporte como reclamo turístico.

Sin embargo, el tranvía no cubrió las expectativas del Consistorio. La cifra más alta de ocupación rondaba los 190.000 viajeros por año, muy lejos de los 300.000 previstos. La red disponía de cuatro vehículos, reproducciones de los ‘Siboneys’ originales coruñeses en los que se combina la estética clásica con elementos de seguridad modernos tales como las puertas neumáticas o los intermitentes. El alcalde Francisco Vázquez apostó por el trazado entre As Lagoas y el castillo de San Antón volvió a circular un mellizo como punta de lanza del que iba a ser el transporte del futuro. En 2003, se añadiría el tramo del Matadero a las Esclavas.

El Gobierno local del PP ordenó en julio de 2011 la suspensión del servicio tras detectar daños en las vías, concretamente a la altura del edificio de Hacienda, en el Orzán, que podrían afectar a la seguridad. Los desperfectos fueron detectados por los técnicos municipales encargados del mantenimiento de las instalaciones después de que se registrase un leve descarrilamiento en el desvío del raíl en la zona del aparcamiento del paseo marítimo, a la altura del edificio de Hacienda. El servicio no volvió a ponerse en funcionamiento debido al elevado coste de su reparación.

Mientras el tranvía languidece, la ciudad sigue planteandose la necesidad de dotarse de un transporte en superficie que resuelva los problemas de congestión del tráfico. Vuelve a hablarse de un metro ligero y de programas y planes viarios vanguardistas y se olvidan de que en otras ciudades (14 en funcionamiento y 23 en proyecto), la solución a sus problemas la han encontrado con el tranvía.

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