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2 octubre 2017

[ De locomotora económica a símbolo de la decadencia ] [ De locomotora económica a símbolo de la decadencia ] el ponfeblino se hunde en la maleza

 

Érase una vez un tren minero

 

La Junta espera que el administrador concursal de CMC entregue los bienes del ferrocarril Ponferrada-Villablino mientras la histórica vía del tren carbonero desaparece bajo la vegetación y sus estaciones son expoliadas y vandalizadas. Ahora se teme por las máquinas.

 

 


01/10/2017

 

ana gaitero | león

Érase una vez un tren que llevaba el carbón desde las minas de Laciana hasta la central térmica de Ponferrada... No había cumplido aún los cien añoscuando desapareció bajo las ramas de los árboles y los helechos. Sólo quedaban algunas estaciones destartaladas y muchos recuerdos en la memoria de la gente.

Como si hubiera sido una leyenda o un cuento muy lejano, la vía del Ponfeblino, el histórico tren carbonero, desaparece año tras año bajo el olvido y el abandono. Lo que no se lleva el pillaje y el vandalismo, lo recupera la naturaleza. Las vías, por las que no baja carbón desde hace siete años, han sido devoradas por la vegetación.

El camino de hierro, que tantas toneladas de mineral trasegó desde su puesta en funcionamiento en 1919, se desdibuja bajo la manta verde que se apodera de las vías a su paso por los parajes salvajes del Alto Sil. Algunos lugareños aprovechan el trazado para hacer senderismo.

Envueltos por el silencio, aún pueden oír en su recuerdo el pitido de los convoyes que bajaban repletos de carbón.

Es el único partido que se le ha sabido sacar al histórico ferrocarril minero, por el que dejaron de circular hasta los trenes de mantenimiento desde que la empresa concesionaria, Coto Minero Cantábrico, de Victorino Alonso, entró en concurso de acreedores, en 2013.

Carbón apenas se bajaba ya. «Desde el 16 de noviembre no hay ningún tráfico en la línea y el estudio de viabilidad del tren turístico que tenía un periodo de ejecución de 6 meses desde mayo está desaparecido», escribía un ciudadano en diciembre de 2010.

La gente no se olvida del tren. Muchas personas nacieron viendo pasar sus máquinas de vapor, que dejaron de usarse en 1984. Y ahora sufren viendo cómo es expoliado. El ferrocarril, que fue la locomotora del esplendor económico del Bierzo y Laciana, ahora es un símbolo de su decadencia.

El potencial turístico de la línea, que atraviesa paisajes de cuento y un territorio poblado de osos, no se aprovecha. El ansiado proyecto para explotar la línea como recurso turístico se estrelló primero contra la incompatibilidad para combinarlo con el transporte de mineral y ahora con la inversión que sería necesaria, de millones de euros, para ponerlo a punto y sin visos de rentabilidad.

En 2010 la Junta adjudicó por 93.000 euros un proyecto para estudiar la viabilidad del tren turístico con fondos Miner. Y en 2011 se reservó una partida de 50.000 euros en los presupuestos de la Comunidad Autónoma para este tren. El estudio se guardó en el cajón y el presupuesto no se ejecutó.

Las inversiones millonarias, más de 40 millones se decía en el informe, fueron la excusa perfecta para no hacer nada. Pasados los años y las elecciones con sucesivas promesas, el uso turístico exclusivo se ha descartado, según afirmó esta semana el alcalde de Villablino, Mario Rivas. Se habla de ligarlo a un proyecto de investigación, desarrollo e innovación. Nada concreto.

El Consorcio del Ponfeblino, integrado por los municipios de Villablino, Palacios del Sil, Páramo, Toreno y Ponferrada, además del Consejo Comarcal del Bierzo, alerta del riesgo de que el administrador concursal venda las máquinas que estuvieron en uso hasta que la empresa minera cesó su actividad y que se encuentran en los hangares de la estación de Villablino.

La Consejería de Fomento aún no ha recuperado la concesión. Según datos facilitados a este periódico ha exigido al administrador concursal el ingreso de 966.503 euros por el deterioro de la concesión y la entrega del material. El plazo expiraba a finales de septiembre. Una deuda más que nadie tiene esperanza en cobrar.

La pelea por la reversión de concesión administrativa, de 1998, la inició la Junta en diciembre de 2016 mediante una orden publicada el 15 de diciembre. El 7 de junio pasado, aprobó la liquidación de la misma mediante otra orden.

La empresa quiso pleitear contra estas resoluciones dictadas por el consejero de Fomento y Medio Ambiente, el leonés Juan Carlos Suárez Quiñones, pero el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León acaba de avalar su decisión con el archivo de las actuaciones al caducar el recurso. Los administradores concursales intentaron poner a la venta la concesión, como así trascendió en los foros ferroviarios.

Asimismo, el pasado 21 de septiembre Fomento encargó un inventario del ferrocarril para remitir a la Consejería de Hacienda un expediente para que los incluya como Bienes Patrimoniales de la administración autonómica.

«La concesión se tendría que haber empezado a recuperar en 2013, cuando la empresa entró en concurso de acreedores», señala Campillo, convencido de que no haber sido por la presión del Consorcio no se habría iniciado a finales del año pasado. «Retomamos la reivindicación y estamos en un estadio nuevo, si se consigue hacer algo antes de 2019, cuando se convoquen nuevas elecciones, es posible que después se continúe», añade.

«Deberían haber exigido el mantenimiento del ferrocarril, porque tienen obligación de entregar el bien como estaba», afirma Víctor del Reguero, concejal de Laciana Avanza en Villablino, que en 2014, poco después de que la empresa entrara en concurso de acreedores, solicitó que la línea del ferrocarril con sus bienes y ramales fuera declarada Bien de Interés Cultural (BIC). La propuesta cayó en saco roto y las estaciones que se podían haber convertido en hoteles rurales están en estado ruinoso o han sido escenario del expolio.

También impulsó, junto con Jesús Courel, la defensa del ramal de Villaseca de Laciana, que se desmanteló para convertirlo en una vía verde que aún no se ha concluido y que ha supuesto un desembolso de un millón de euros.

Cada vez que un municipio o colectivo ha propuesto una iniciativa turística parcial sobre esta línea (como el ciclorraíl entre Palacios del Sil y Cuevas o el tren minero por el ramal de Villaseca) se ha encontrado con la indiferencia cuando no la oposición de los otros municipios. Todos quieren que el tren pase por su casa y al final el tren no pasa por ninguna parte.

Del Reguero ya no confía en que se haga algo en esta vía histórica ligada a la época dorada de la minería leonesa y, en particular, a la cuenca de Laciana y el Alto Sil. La idea de sacar el carbón mediante un tren ya se barajó en 1906, años antes de que se constituyera, en 1918, la Minero Siderúrgica de Ponferrada.

Una de las primeras cosas que consiguió fue la concesión de esta línea por un período de 80 años. Las Cortes Generales aprobaron la obra de manera excepcionla. La intervención del ministro de Fomento, Francisco Cambó, fue decisiva. El ferrocarril se construyó en el tiempo récord de diez meses y medio, supuso una oleada de emigrantes para la comarca pues trabajaron más de 3.000 obreros en sus obras y ni siquiera la epidemia de gripe de aquel año paró la obra. Más de 1.800 personas perecieron como consecuencia del mal de moda, pero la obra siguió adelante.

El carbón era un buen negocio en España después la Primera Guerra Mundial. El Ponferrada-Villablino se convirtió en la espina dorsal de todo un entramado de transporte de carbón en la que desembarcaban las líneas de baldes aéreas de varias empressa hasta los ramales que se hicieron a Caboalles y a Villaseca.

La línea, con sus 72 kilómetros de longitud, fue también un medio de transporte para la población de las cuencas, hasta que en 1984 se suprimió este uso y el tren correo, quedando exclusivamente para el transporte de carbón. En 1996 se suprime la llegada del tren a Ponferrada. Se descarga el carbón en Cubillos del Sil, a pie de térmica.

En 1998, cuando caducó la concesión inicial, la Junta de Castilla y León renovó el contrato a la misma empresa. La Minero estaba entonces en manos de Victorino Alonso, quien consiguió una sustanciosa subvención pública para renovar la vía y la maquinaria (cuatro nuevas locomotoras diesel, 140 nuevas tolvas de bogies) y la instalación de un sistema de gestión de tráfico basado en un CTC y agujas talonables. Se invirtieron casi 1.500 millones de pesetas en varias fases que han servido para menos de una década de funcionamiento. Luego dicen que vino la crisis...

Y aquí terminó el cuento del tren minero.

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