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28 febrero 2017

El tren de los guardiñas

Vía abandonada de la línea Estremoz-Portalegre, inaugurada en 1948 y cerrada en 1988. :: E.R.Vía abandonada de la línea Estremoz-Portalegre, inaugurada en 1948 y cerrada en 1988. :: E.R.

  • Portugal se plantea reabrir la línea Entroncamento-Badajoz

     

    Al otro lado de la frontera, están como nosotros con el tren, aunque allí la resignación parece aún mayor que en Extremadura y no se indignan tanto. Eso sí, los alentejanos pedían que reabrieran alguna de las líneas cerradas y les han hecho caso: desde septiembre de 2015, Portalegre, la única capital de distrito del Alentejo que no contaba con conexiones ferroviarias, vuelve a tener tren. Aunque es un tren de aquella manera: solo circula los fines de semana y está pensado para dar servicio a los «guardiñas», que regresan a la Academia de la GNR en Portalegre tras el fin de semana, y a los universitarios del Instituto Politécnico de la ciudad.

    Las cifras de ocupación no son muy optimistas: un 18% de las plazas ofertadas, pero también es verdad que, al igual que en Extremadura, les dejan lo peor que tienen en los hangares de los Comboios Portugueses: unos automotores Allan de 1950 tan cascarrias que circulan de dos en dos en la seguridad de que uno se estropeará y el otro tomará el relevo.

    La Linha do Leste es la que unía hasta el 1 de enero de 2012 Entroncamento con Badajoz. Dos automotores circulaban por ella diariamente, dando servicio, además de a la capital extremeña, a Elvas, Santa Eulália, Portalegre, Crato y Ponte de Sor. Ese día, por decisión de la coalición conservadora CDS-PSD, se cerró la línea, al igual que ocho meses después dejó de funcionar la llamada Linha de Cáceres, que llegaba hasta Marvão-Beira y Valencia de Alcántara.

     
     

    Las historias ferroviarias del Alentejo y Extremadura parecen dos vías paralelas. En el siglo XIX, gran euforia con el primer trazado internacional de la Península: Lisboa-Badajoz (1963), inaugurado un año antes que la conexión con Francia por Hendaya. Durante finales del XIX y principios del XX, se sucedieron las inaguraciones de líneas férreas a uno y otro lado de la frontera y el momento de mayor esplendor llegó en los años 50 del pasado siglo, con el expreso nocturno Lisboa-Sevilla circulando por Badajoz y trenes diurnos y nocturnos uniendo las dos capitales peninsulares a través de Cáceres.

    Pero luego, todo se torció y empezaron los cierres de líneas. En el Alentejo, fueron clausurados los trazados Estremoz-Portalegre (1948-1988), la Linha de Cáceres (1880-2012) y la Linha do Leste (1863-2012). En Extremadura, mientras tanto, se daba carpetazo defintivo a las líneas Talavera de la Reina-Villanueva de la Serena (1964), Fuente del Arco-Puertollano (1970), Plasencia-Astorga (1985), Almorchón-Córdoba (1991) y las conexiones internacionales Badajoz-Elvas y Valencia de Alcántara-Marvão (2012).

    Hace un año, sin embargo, saltó la sorpresa, los mismos partidos (CDS-PSD) que habían cerrado la línea de Elvas o Linha do Leste votaban con los Verdes en la Asamblea de la República para que se restableciera la conexión de Badajoz con Torre das Vargems y Entroncamento. El problema es que el acuerdo no es vinculante y no obliga al gobierno a reabrir la línea. De hecho, solo anunciaron que lo analizarían, pero 14 meses después del anuncio, aún no ha comenzado ese análisis.

    El caso es que, a pesar de los automotores Allan llenos de achaques, el viaje en tren de Portalegre a Oporto, con transbordo en Entroncamento, dura cuatro horas mientras que en autobús no baja de cinco y cuesta lo mismo. El problema del Alentejo es semejante al de algunas líneas extremeñas, con las estaciones alejadas de los núcleos urbanos y muy baja población, pero al otro lado de la frontera se entiende que el tren es, en algunos casos, un servicio semejante a la sanidad o la educación y hay que prestarlo por su rentabilidad social más que por su rentabilidad económica.

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