En el siglo XIX, con el encarecimiento del combustible una vez que las exportaciones fueron ganando importancia en la provincia de Málaga, es donde se encuentra el origen del ya sendero de fama mundial el Caminito del Rey. La necesidad de abaratar el transporte fue el motivo por el que se recuperó la idea de conectar Córdoba y Málaga por tren atravesando el valle del Guadalhorce y fue durante un viaje por estas vías cuando el ingeniero Leopolodo Werner se percató del salto de 100 metros del río Guadalhorce, que daría origen después a la Central Hidroeléctrica Salto del Chorro y con ella, a los llamados "balconcillos" que utilizaban los trabajadores. El nombre de Caminito del Rey no lo adquirió hasta que el monarca Alfonso XII visitó la comarca para colocar la última piedra de la presa del pantano del Chorro (después Conde del Guadalhorce).

El investigador malagueño Clemente González Suárez ofreció ayer una charla basada en su libro Un paseo con imágenes por la historia del Desfiladero de los Gaitanes. En la antigua sede de la Diputación Provincial de la Plaza de la Marina realizó un recorrido por la historia de este espectacular paraje, valiéndose de una comparación entre fotografías antiguas y otras más actuales. Entre las curiosidades que se esconden detrás del sendero el investigador ahondó en un caminito de madera, anterior a los balconcillos y que se remonta a 1903. Se trataba de una pasarela provisional de madera que se le levantó sobre "el abrupto Tajo del Gaitanejo y que posteriormente se desmontó cuando se terminó de construir el canal" de la central hidroeléctrica. De hecho aún hoy "pueden observarse los anclajes", detalló. La pasarela del Caminito del Rey o balconcillos se construyó entre los años 1919 y 1924 de ladrillos y hormigón, unos 30 metros por encima, para procurar un camino a los trabajadores que les "permitiera recorrer el canal de un punto a otro del desfiladero". Y sobre estos últimos se construyó hace dos años la pasarela de madera con la que se recuperó y se puso en valor este entorno.

La visita del Rey se produjo en 1921 por lo que, como aclaró el autor del libro, Alfonso XIII no pudo realizar el recorrido completo sino que atravesó "los balconcillos hasta el puente de la Cueva del Gato" y desde ahí realizó lo que queda de recorrido hasta el Chorro en tren.

El interés turístico del entorno del Desfiladero de los Gaitanes se remonta en el tiempo a antes incluso de la construcción de los balconcillos. Clemente González habló de los barcos con los que los trabajadores de la central hidroeléctrica recorrían los canales para revisar su funcionamiento y como se aprovechaban los mismos para organizar excursiones. Hoy el acceso se ha generalizado después de años de prohibiciones por su deterioro, aunque la escalada en las áreas de la pasarela está prohibida. Por eso Clemente hizo ayer un llamamiento a las autoridades para que se estudie la manera de volver a dar entrada a este paraje a alpinistas y montañeros, los "verdaderos artífices de que se dieran a conocer estas maravillas" del Desfiladero de los Gaitanes.