Los trenes turísticos de Galicia, especialidad veraniega cada vez con más arraigo, van camino de convertirse en un clásico. Ayer arrancó desde Santiago el primer -y venerable- convoy que inauguraba laRuta de la Lamprea, una apuesta personal de Nava Castro, la directora de la Axencia de Turismo de Galicia (www.turismo.gal). Con ese y con el también novato de los Balnearios son ya nueve los trenes que cruzarán toda la geografía gallega hasta bien avanzado octubre, siempre en fin de semana.

El de la Lamprea, espectacularmente tuneado con colores y formas que recuerdan a la época hippy, arrancó de la estación compostelana con puntualidad británica llevando en su interior a varias docenas de pasajeros. Predominio de mujeres de edad mediana y ambiente inicial algo frío que el personal de Renfe y la guía, Eva, trataron de animar echando mano de los micrófonos y la sonrisa, del reparto de agua y de la entrega de folletos informativos.

La primera parada tuvo lugar en Pontevedra. Un autobús condujo a los expedicionarios hasta el cercano pazo de Lourizán, donde la explicación sobre las camelias -el edificio y su enorme jardín y bosque están incluidos en la Ruta de la Camelia- centró todas las conversaciones en la hora que el grupo estuvo recorriendo ese hoy centro de investigación del mundo vegetal. La biografía de Montero Ríos, el político que en el siglo XIX revitalizó el pazo, quedó en la oscuridad ante las discusiones y preguntas sobre las mil y una especies arbóreas que contienen esas hectáreas.

Vuelta a la capital de la provincia y visita a todo el casco histórico, en la que no faltó un recorrido por el Camino Portugués a Santiago y final ante la fachada de la iglesia de A Peregrina.

Dos horas de tiempo libre para luego volver a subir al tren con rumbo a Arbo. Nava Castro explicó que «la Ruta de la Lamprea es uno de esos productos que a su novedad une el que permite conocer la Galicia interior basándose en tres ríos, Ulla, Miño y Tea».

En el Miño

Con Portugal a tiro de arco, los asistentes visitaron una pesqueira de lampreas en un río Miño que todavía va con mucha agua.  La Casa Grande de Almuíña sirvió de noble escenario para los interminables comentarios y explicaciones sobre la lamprea (que fue degustada gracias a las gestiones de Santiago Bacariza, el responsable del área de Producto de Turismo de Galicia), sobre el vino de la zona (que igualmente fue catado) y, por supuesto, la clasificación de Portugal para las semifinales de la Eurocopa.

Al final, como siempre sucede con los trenes turísticos, la muy buena atmósfera y el compañerismo presidió el regreso. En la despedida, Nava Castro, animaba a un pequeño grupo de mujeres a volver a la zona con un «¿y por qué no darse un baño en la playa fluvial la próxima vez?».