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10 diciembre 2015

SOCIEDAD

Espacios públicos de la CAV tienen ya 700 desfibriladores

Un decreto de Lakua dispuso en enero de 2015 la obligatoriedad de instalarlos en un año

 

CONCHA LAGO - Miércoles, 9 de Diciembre de 2015 - Actualizado a las 06:11h

 

Simulacro con un desfibrilador que puede revertir la muerte súbita.

Simulacro con un desfibrilador que puede revertir la muerte súbita.

 

DONOSTIA - Euskadi cuenta ya con 698 desfibriladores -368 en Bizkaia, 198 en Gipuzkoa y 120 en Araba- a falta de mes y medio para que venza el plazo fijado por el Gobierno Vasco. Un decreto del Departamento de Salud estableció el pasado febrero la obligatoriedad de instalar desfibriladores automáticos o semiautomáticos en espacios de uso público donde concurran muchas personas. Esta decisión vino motivada tras la repentina muerte del joven Urtzi Gurrutxaga en un partido de categoría regional. Tras el deceso, su hermano Enetz impulsó una iniciativa a través de la plataforma change.org, que recibió la friolera de 7.200 firmas en tan solo 48 horas.

Los especialistas confirman que esta herramienta salva muchas vidas ya que el desfibrilador es lo único que garantiza la supervivencia ante un paro cardíaco repentino. Lo corrobora el doctor Ángel Loma-Osorio, cardiólogo de la Unidad de Cardiopatías Agudas del Hospital de Araba que ha participado en la elaboración del código infarto puesto en marcha por Osakidetza. “Cuando se obstruye la arteria, hay que desbloquearla antes de 120 minutos porque, en caso contrario, puede resultar mortal. Todo el mundo ha visto ejemplos donde le dan un choque eléctrico a esa persona que ha caído desplomada y sobrevive. Por eso hay que tener el aparato cerca”, explica. “Tenemos muchos casos de pacientes a los que no les dolía el pecho, sino que alguien los vio desplomarse en un semáforo, una persona les empezó a dar un masaje cardiaco, alguien trajo rápidamente un desfibrilador y consiguieron recuperarlo”, añade.

Es por este motivo que el consejero de Salud, Jon Darpón, destaca “la importancia de esta normativa que es un reflejo del compromiso del Gobierno Vasco con las personas y con la protección de su salud ya que la utilización de los desfibriladores puede ayudarnos a aumentar las expectativas de supervivencia de una persona ante una parada cardiorrespiratoria mientras llegan los servicios de emergencia”.

Por ello, y por la conciencia social ante el problema de la muerte súbita, se adoptó esta medida que convirtió a Euskadi en una de las primeras comunidades en decretar la obligatoriedad de disponer de desfibriladores externos y semiautomáticos en los grandes establecimientos comerciales, individuales y colectivos. También es obligatorio en aeropuertos y puertos comerciales, estaciones de autobús o ferrocarril de poblaciones de más de 50.000 habitantes, y las estaciones de metro, tren o autobús con afluencia media diaria superior a 2.000 personas; establecimientos públicos, instalaciones, espectáculos y actividades recreativas donde entren más de 700 personas y en los centros educativos con aforo superior a 2.000 personas.

Euskadi permite además que estos aparatos puedan ser utilizados por personal no sanitario en contacto con urgencias. Y es que los desfibriladores son una garantía de vida aunque la formación de las personas para su uso es una asignatura pendiente, tal y como pone de relieve el presidente de la sociedad española de Cardiología, José Ramón González Juanatey. “La formación es el punto clave y resulta necesario aprender unos normas básicas de resucitación”, afirma.

“La probabilidad de sobrevivir a una parada cardiaca en la calle en España es del 5%. Cada año se producen unas 30.000, eso quiere decir que se salvan 1.500”, dice Ignacio Fernández, vicesecretario de la Sociedad española de Cardiología. Sin embargo, destaca allí donde los desfibriladores en lugares públicos son más abundantes y más accesibles, el porcentaje es muy superior. “El 30% en Ámsterdam, y el 60% en los colegios mayores de EEUU, donde todos, alumnos y profesores, han sido entrenados”, afirma este cardiólogo.

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