A pesar del frío y del fuerte viento, junto a los informadores, en las puertas del recinto de talleres y cocheras aguardaron pacientemente la salida dos espectadores, Rachel Kennedy e Ignacio Espila. Su presencia allí tenía historia: ella es inglesa, aunque los últimos seis años ha vivido en el Centro, muy cerca de Callejones del Perchel. «He visto diariamente las obras del metro, la semana que viene me voy a Chile por trabajo y quería ver el tren antes de irme», afirma. Espila se ofreció a llevarla hasta el recinto de talleres y cocheras.

Se enteraron del inicio de las pruebas en superficie por la cuenta de SUR en una red social, que estaba informando sobre el evento en directo. «Os hemos visto a vosotros (los periodistas) y eso era buena señal». Aunque la joven consideró, entre risas, que iba «un poco lento», aplaudió el diseño exterior de los trenes y, especialmente, los colores predominantes, el verde y el blanco, que son sus preferidos. «Soy del Celtic de Glasgow, y me parecen perfectos».

A su vez, Espila, que es diseñador gráfico, dijo que utilizará el nuevo medio de transporte «muy a menudo», puesto que reside en la barriada de Soliva, que tiene una parada de la línea 1. «Para ir al Centro sería ideal», confirmó. Aunque, en este punto, ambos se mostraron partidarios de que discurra bajo tierra por la Alameda. «Si fuera por encima sería un retraso, pan para hoy y hambre para mañana». Aunque pasará al menos dos años en América, Rachel Kennedy se comprometió a volver a Málaga para probarlo.