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5 febrero 2018

Bizkaia

Sestao roza la tragedia al descarrilar un tren en un túnel por un desplome

La imagen del rescate de los viajeros ilustra cómo el tren chocó con las rocas y descarriló. /Luis Calabor
La imagen del rescate de los viajeros ilustra cómo el tren chocó con las rocas y descarriló. / Luis Calabor

Una ladera se desplomó sobre las vías cuando la unidad salía del interior de la galería a la altura de Urbinaga. Los 30 pasajeros del convoy resultaron ilesos

AINHOA DE LAS HERAS Domingo, 4 febrero 2018, 12:54

«Podía haber sido peor. Eso es lo que hemos pensado todos». La treintena de pasajeros del tren de Cercanías de Renfe que ayer descarriló en el túnel de Urbinaga, en Sestao, suspiraba de alivio al pensar en lo que hubiera ocurrido de toparse con el derrumbe unos metros más adelante. El convoy, de la línea Santurtzi-Bilbao, acababa de salir de la estación de Sestao y circulaba a velocidad baja. Eran aproximadamente las cinco y media de la tarde, según informaron portavoces del Departamento de Seguridad del Gobierno vasco y de la compañía ferroviaria. La mayoría de los viajeros se dirigía a la capital vizcaína a pasar la tarde. Había parejas con niños, personas mayores y hasta un equipo femenino de remo.

«Íbamos tan normales y justo ha entrado el tren en el túnel», explicaba Javier, que viajaba con su mujer, Itziar, y su hija de tres años, June, en el primer vagón. «No hemos notado un impacto, sino como que el tren fuese sobre las piedras», rememoraba poco después del suceso. Cuando la cabeza de la máquina se asomó fuera de la galería, «vimos cómo caían de arriba la tierra y las piedras». Justo en ese momento se estaba produciendo el desprendimiento. Un trozo de ladera que reposaba sobre el techo del túnel se vino abajo debido aparentemente a las intensas lluvias caídas en Bizkaia en las últimas horas e invadió la vía sobre la que circulaba el ‘cercanías’.

El tren se estrelló contra el derrumbe y se salió de la vía hacia el lado derecho. «Se inclinó, se pegó contra la pared del túnel y ha ido raspando hasta que ha parado», indicaba gráficamente Javier. «Si hubiera ocurrido un poco más adelante, habría volcado y y el susto hubiera sido mucho peor», se felicitaba. El convoy quedó recostado sobre el túnel y encaramado sobre la tierra cedida. Instintivamente, los viajeros se levantaron de sus asientos y se asomaron a las ventanas para ver lo que ocurría. Javier y su familia, que se encontraban en la parte delantera del tren, pudieron hacerse una idea aproximada de lo que acababa de ocurrir.

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Un «frenazo gordo»

Sin embargo, los pasajeros que ocupaban el resto de los vagones permanecían en el interior del túnel y sin visión. «Sentimos un frenazo gordo y que la inercia nos impulsaba hacia delante. Salimos despedidos hacia los asientos», añadía otro pasajero, también llamado Javier, que viajaba acompañado de su esposa, Alicia, con destino a Bilbao. «Tuvimos que esperar diez minutos dentro del tren hasta que nos sacaron».

Se vivieron algunos momentos de histeria. Un grupo de cinco chicas de unos 14 años con bolsas de deporte se asustaron y empezaron a llorar y a llamar a sus padres con el teléfono móvil. «Hay que decir que tanto los bomberos, como los ertzainas y los de la ambulancia llegaron rápido, han sido súper majos y nos han atendido muy bien. A mí me han preguntado hasta seis veces si la niña estaba bien», agradecía.

Por fortuna, pese a lo aparatoso de la colisión, no se registraron heridos. Tan sólo uno de los dos vigilantes que iban en el tren de pie se hizo daño al golpearse a causa del impacto.

«Había un cable de alta tensión que tocaba el suelo, salía humo y olía a quemado», por lo que finalmente los servicios de rescate optaron por desalojar a los ocupantes «por la cabina, a través de la puerta del maquinista». A pie de vía y bajo el aguacero, tuvieron que aguardar otros veinte minutos hasta que otro tren, ellos creen que era el siguiente, llegó por la vía de vuelta, les recogió y llevó a sus respectivos destinos, muchos de ellos a la última parada, en la estación bilbaína de Abando.

Aunque con una hora de retraso, los viajeros lograron retomar sus planes. Javier, su mujer y su hija pudieron merendar con unos primos como tenían previsto. De regreso, eligieron el mismo medio de transporte. «Tengo 40 años, siempre he viajado en tren y nunca me había pasado nada», confía Javier.

El tráfico ferroviario quedó interrumpido en un primer momento, pero enseguida se reanudó y apenas sufrió retrasos de diez minutos, según informó Renfe. Las amplias frecuencias del fin de semana, de hasta media hora de una unidad a otra, permitieron utilizar una misma vía para los dos sentidos.

Por su parte, técnicos del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) tenían previsto retirar ayer el terreno que había cedido sobre la vía para, esta misma mañana, proceder a extraer el tren, encajonado en el túnel. Posteriormente, evaluarán los daños que ha sufrido y las reparaciones que precisa. También intentarán sujetar el talud para evitar que vuelva a producirse un desprendimiento, según apuntó una portavoz de Adif.

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