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6 marzo 2019

EL FERROCARRIL DE LUTXANA A MUNGIA (I)

 

 

 


 
Vista de la estación de Mungia. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Un pequeño ferrocarril vizcaíno, el de Lutxana a Mnngia, habría celebrado en 2019 su 125 aniversario. Lamentablemente, en 1975 buena parte de su traza fue cercenada por la ampliación del aeropuerto de Bilbao y, desde entonces, únicamente se conserva su primer tramo, de tan solo 4,6 kilómetros, que forma parte de la red de Euskal Trenbide Sarea (ETS) y opera Euskotren. 
 
La fiebre ferroviaria que vivió Bizkaia tras el éxito económico del primer ferrocarril de ancho métrico del territorio, el de Bilbao a Durango, abierto en 1882, se tradujo en una rápida proliferación de pequeñas líneas de vía estrecha que contribuyeron a mejorar las comunicaciones de la capital vizcaína con su territorio más inmediato. Así, en años sucesivos se inauguraron las líneas de Bilbao a Las Arenas (1887), Amorebieta a Gernika (1888), Durango a Zumárraga (1889), Zorroza a Balmaseda (1890), Las Arenas a Plentzia (1893) o Bilbao a Lezama (1895).
Locomotora Mungia fotografiada en los talleres de Lutxana. Fotografía de Gustavo Reder. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
El de Lutxana a Mungia también se enmarca en este proceso de expansión del ferrocarril en los últimos años del siglo XIX en Bizkaia. Sus orígenes se remontan a una concesión otorgada el 14 de mayo de 1890 a Manuel Lecanda, quien pretendía comunicar Mungia con Bilbao. Su objetivo se veía dificultado por la formidable barrera orográfica que presenta el monte Artxanda, que marca el límite norte de la capital vizcaína y cuya travesía resultaba prácticamente imposible para un tren convencional, salvo a costa de construir un largo túnel a baja cota, algo impensable para un pequeño ferrocarril secundario, sin perspectivas de grandes tráficos de viajeros o mercancías que justificasen la gran inversión a realizar. Es preciso tener en cuenta que el paso por carretera que todavía en la actualidad facilita la conexión de Bilbao con Mungia por el alto de Santo Domingo, presenta rampas de hasta el 10%.
 
La construcción
 
La mejor alternativa para eludir la barrera montañosa de Artxanda era rodearla siguiendo el curso del río Nervión por su margen derecha para, desde Lutxana, seguir el valle de uno de sus afluentes, el río Asua, hasta alcanzar la divisoria de Artebakarra y, una vez superada ésta, pasar al valle del Buitrón y descender a Mungia. Dado que, como ya se ha señalado, desde 1887 funcionaba un ferrocarril de vía métrica desde Bilbao a Las Arenas por la citada margen derecha, la nueva vía férrea tendría su origen en Lutxana, punto donde sus viajeros deberían efectuar trasbordo entre las dos compañías ferroviarias.
La principal obra de fábrica del ferrocarril de Lutxana a Mungia es el puente metálico sobre el Asua. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
 
Una vez obtenida la autorización gubernativa, se procedió a la constitución de la Compañía del Ferrocarril de Luchana a Munguía cuyo objetivo, como dejaba claro su razón social, era la construcción y explotación de esta vía férrea durante los 99 años establecidos por la propia concesión. Inicialmente, el capital social se fijó en 410.000 pesetas, cantidad que resultaba manifiestamente insuficiente para afrontar la inversión prevista según el proyecto redactado por el ingeniero Ernesto Hoffmeyer, que superaba el millón de pesetas. Aunque la Diputación y los ayuntamientos directamente afectados se comprometieron a aportar otras 132.000 pesetas, la materialización del proyecto exigiría un fuerte endeudamiento que, como sucedió en otras muchas empresas análogas, lastró los futuros resultados de la explotación.
 
Pese a las dificultades financieras, la ausencia de obstáculos orográficos de entidad favoreció la rápida construcción de la primera sección, desde Lutxana hasta Artebakarra, que fue recorrida por primera vez el 13 de enero de 1893 por un tren en el que viajaban los miembros del consejo de administración de la empresa. Sin embargo, la definitiva apertura al tráfico de este tramo de 9,8 kilómetros no tuvo lugar hasta el 4 de mayo de 1893. Ese día entraron en servicio las estaciones de Lutxana, enlace con el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas, Erandio (más tarde rebautizada como Asua), Apeadero de Asua, Sondika y Artebakarra.
Vagones de mercancías del ferrocarril de Lutxana a Mungia construidos por Mariano de Corral.Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril.
 
El paso de la divisoria de aguas entre el valle del Asua y el Buitrón fue más complejo y exigió la perforación de un túnel de 650 metros de longitud, obra que retrasó la apertura completa de la línea hasta el 9 de julio de 1894. Un día más tarde la línea se abrió al tráfico de viajeros y mercancías.
La locomotora «Orive» prestó servicio de maniobras hasta principios de los años sesenta. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Trazado y material
 
El ferrocarril de Lutxana a Mungia tenía una longitud de 16.241 metros y era de vía única en su totalidad. Desde su origen en la estación de Lutxana, punto de enlace con el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas y Plentzia, la línea seguía las vegas de la ría de Asua, con un trazado sensiblemente horizontal, hasta alcanzar el apeadero de Sangroniz, punto en el que iniciaba la ascensión de la divisoria de Artebakarra, con rampas que llegaban a las 14 milésimas, en su camino al apeadero de Ayarza. A partir de este lugar, la línea se endurecía notablemente, con gradientes de 21 milésimas en la subida al túnel de Artebakarra. Una vez superada esta galería, la vía descendía rápidamente, con pendientes de 22 milésimas, hasta los andenes de la estación de Munguía. Los radios de curva más reducidos eran de 100 metros.
Coche de viajeros del ferrocarril de Lutxana a Mungia. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
La línea contaba con un total de cuatro túneles que sumaban una longitud de 903,2 metros, siendo el principal el de Artebakarra, con 647,2 metros. Por lo que respecta a los viaductos, la única estructura de entidad era el puente metálico que salvaba el cauce de la ría del Asua en Lutxana mediante un tramo de 31 metros de luz que había sido construido en los vecinos Talleres de Zorroza. La vía, toda ella asentada sobre traviesas de madera, estaba formada por carriles fabricados por la Sociedad La Vizcaya en sus altos hornos de Sestao. En cuanto al material móvil, cada una de las tres locomotoras de vapor fue suministrada por un fabricante diferente, aunque todos ellos británicos. La primera, bautizada como «Erandio» fue suministrada por Hunslet, la segunda, «Munguía», por Nasmyth & Wilson y la tercera, «Orive», por Kerr Stuart. Los primeros coches y vagones fueron entregados por Bristol, aunque en pedidos posteriores se recurrió a la firma bilbaína Mariano de Corral.