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30 octubre 2017

 

EL FERROCARRIL DE LA ROBLA CUMPLE 125 AÑOS (I)

 

Tren de carbón fotografiado en la estación de Espinosa de los Monteros. Fotografía de Harald Navé
 
Un día como hoy, 6 de octubre, pero hace 125 años, entraba en servicio la sección comprendida entre Espinosa de los Monteros (Burgos) y Balmaseda (Bizkaia) del que en pocos años se convertiría en la mayor línea de vía métrica de Europa: El Ferrocarril de La Robla. Este primer tramo de 45 kilómetros de recorrido pronto se vería ampliado y en 1894 se puso punto final a la colosal obra de enlazar el norte de León con Euskadi, mediante una vía férrea de 284 kilómetros que comunicaba la vertiente sur de la cordillera cantábrica con Bizkaia, prestando servicio a tres comunidades autónomas, cinco provincias y un sin número de poblaciones, pero, sobre todo, dando salida a la producción carbonera de las minas leonesas y palentinas con destino a la industria pesada que en aquella época se desarrollaba en el País Vasco. Más tarde, su trazado inicial entre La Robla y Balmaseda se extendería por ambos extremos, para alcanzar la ría del Nervión en Lutxana en 1902, y la capital leonesa en 1923.

El principal tráfico del ferrocarril de La Robla ha sido, históricamente, el transporte de carbón Fotografía de Marcos Maté Luna
 

El Ferrocarril de La Robla, como muchos otros construidos en el entorno de la cornisa cantábrica entre 1882 y 1927, recorría una región extremadamente quebrada y compleja para el establecimiento de un ferrocarril que, por otra parte, resultaba imprescindible para el transporte del carbón existente en los grandes yacimientos situados al norte de las provincias de León y Palencia. En consecuencia, la elección de la vía estrecha, con una separación de un metro entre sus carriles, se convirtió en la única opción para garantizar la viabilidad del proyecto, ya que esta medida permitía adaptar con más facilidad el trazado a las irregularidades del terreno. La elección fue acertada y garantizó la viabilidad económica de la empresa concesionaria del ferrocarril durante décadas. Sin embargo, el creciente desarrollo del tráfico ferroviario exigió dotar al ferrocarril de los medios y las tecnologías más modernas del momento, muchas de ellas apenas utilizadas en los ferrocarriles de vía ancha.

El ferrocarril de La Robla facilitó la movilidad de los habitantes de las poblaciones servidas por la línea. Fotografía de Jordi Valero
 

Durante 125 años los trenes de La Robla, el viejo hullero, han transportado los carbones de las cuencas palentino-leonesas, pero también toda clase de mercancías, mientras que su legendario tren correo ha facilitado los desplazamientos de los habitantes del entorno, así como el envío de la correspondencia y prensa diaria. Construido para el carbón, el declive de este combustible supuso también la decadencia del ferrocarril que tuvo que ser rescatado por la empresa estatal Feve a su concesionaria en 1972. Años más tarde, apunto estuvo de desaparecer cuando en 1991 se decretó la suspensión del tráfico de viajeros ante el peligroso estado de sus instalaciones, fruto de largos años sin que se realizaran las inversiones más básicas. Afortunadamente, gracias al compromiso de las instituciones afectadas y, sobre todo, a la actitud decidida de sus ferroviarios, el tren de La Robla revivió y, cuando se cumplen los 125 años de la apertura de su primer tramo, sigue en activo de la mano de Renfe y Adif.

Hasta 1972 el Ferrocarril de La Robla fue explotado por la iniciativa privada. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
 

La conmemoración del 125 aniversario de la inauguración de la primera sección del Ferrocarril de La Robla entre Espinosa de los Monteros y Balmaseda supone una magnífica excusa para recordar su historia, como haremos en las próximas entradas de este blog. ¡Bienvenidos a este viaje a través de la historia!
Desde 1972 las empresas públicas, primero Feve y en la actualidad Adif/Renfe, han gestionado el Ferrocarril de La Robla. Fotografía de Marcos Maté Luna