Categoría: Curiosidades
Visto: 1259

TRENEANDO  

El automotor de Michelín, el tren más raro del mundo

Septiembre 16, 2009

 

 

Es el único tren que existe en el mundo que utiliza neumáticos de caucho en lugar de ruedas de acero. Un ‘rara avis’ en el mundo ferroviario que la firma Michelín trató de implantar, sin mucho éxito, en la década de los treinta del pasado siglo. La crisis económica, primero, y la guerra, después, dificultó la venta del artilugio de la firma de gomas que sólo cuajó en pequeños ferrocarriles franceses y en algunas de sus colonias africanas, en especial en Madagascar.

Michelín se interesó por el ferrocarril después de haberse hecho con el mercado de bicicletas, automóviles y aviones. Según la teoría acuñada por algunos conocedores del mundo del ferrocarril, entre otros de Juanjo Olaizola (director del Museo Vasco de Azpeitia), la historia de este extraño híbrido (a caballo entre la carretera y el ferrocarril) comienza en un trayecto entre París y Cannes. El traqueteo del tren impide conciliar el sueño al fundador de la firma francesa, André Michelin, que concibe de inmediato un plan para acabar con el problema. Un neumático (Michelin, por supuesto) entre la llanta y la vía eliminaría el continuo golpeteo, además de suavizar la suspensión y aumentar la adherencia. La empresa francesa construye en 1929 el primer prototipo, realizado a partir de un automóvil Renault 40 CV.

El patrón de la firma de caucho cree que su invento es la solución para las líneas de tren secundarias de su país “que se utilizan poco debido a la baja velocidad de los trenes y a la falta de flexibilidad de los horarios. Además, para transportar a pocos viajeros, se utiliza un material muy pesado y, en consecuencia, su explotación es muy costosa.” El artilugio, bautizado como ‘La Micheline (que hoy en día sigue siendo sinónimo de “automotor”) pesa siete veces menos que el material ferroviario clásico, con el importante ahorro que ello implica.

Argelia, Congo, Indonesia y Madagascar se interesan por su producto y le encargan la fabricación de varias unidades, mientras los ferrocarriles europeos reaccionan con indiferencia ante el nuevo artilugio, lo mismo que los americanos donde también se promocionó el producto. Al parecer, según cuenta Juanjo Olaizola, en la Península ibérica muestran cierto interés el Ferrocarril de Bilbao a Lezama y el de Lutxana a
Mungia, pero la Guerra Civil impidió que cuajara el proyecto

Hasta finales de los años treinta, Michelin fabricó los boggies, así como la suspensión y la carrocería de las ciento veinticinco ‘Michelines’ que llegaron a circular en distintas líneas de Francia y en las colonias.

El invento cuajó especialmente en Madagascar, donde los automotores de la firma francesa (funcionaban con motores de gasolina Panhard de 105 caballos y permitían viajar sentadas a 18 personas), enlazaban la capital Tananarive con el puerto de Tamatave, un trayecto de 369 kilómetros de longitud. En la década de los sesenta comienzan los problemas para los automotores franceses porque escasean los neumáticos, hasta que en 1995 se abandona la producción y con ella se acaba con la mayor parte de los vehículos.

En la actualidad solo dos ‘Micheline’ permanecen en activo, aunque se destinan a servicios turísticos en la isla africana, mientras que un tercer automotor se conserva en las instalaciones de la firma, que ha recuperado la fabricación de los neumáticos porque el patrón tuvo la idea de conservar el molde original para trabajar el caucho.

(Imagen Sergio Juanena. Con ‘La Portugal’ en el Museo de Azpeitia)